Según una leyenda, probablemente de no haber sido por los gatos, no podríamos expresar preguntas de manera escrita tal y como las conocemos. ¿Por qué? Bueno, si es muy observador, notará que todo está en la cola. Cuando un gato está tranquilo, mueve la cola y ésta recuerda un… signo de interrogación. Si está molesto, la entiesa y forma… un signo de admiración. Desde luego, esto se trata de leyendas del siglo dieciocho.

En realidad los signos de interrogación y admiración, tienen su origen en las puntuaciones que se hacían a los textos en latín durante la edad media para separar párrafos y hacer más comprensible el estudio de la lengua. Cuidado, no le vayan a dar gato por liebre.

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