Sus 700 vides -mitad Pinot Noir, mitad Chardonnay- superan el medio metro de altura tras haber sido plantadas en mayo, pese a estar rodeadas de edificios modernos, sobre una autopista.

Si todo va de acuerdo a los planes, para el año 2010 saldrá de ese viñedo de 1.000 metros cuadrados en La Défense, al oeste de París, una primera cosecha de 400 botellas de vino fino y… urbano.

Creí que era algo simbólico mostrar que en el primer barrio de negocios de Europa no habíamos perdido la noción de lo humano”, dijo Bernard Bled, director general de la EPAD, la administración pública de La Défense que promueve el proyecto.

En diálogo con BBC Mundo, Bled agregó que la idea es probar “que podemos ser muy modernos y al mismo tiempo respetar nuestras raíces”, en alusión a la antigua tradición de viticultura en París y sus suburbios.

La mayoría de los viejos viñedos de la zona desaparecieron tras la revolución industrial y actualmente sobreviven cerca de un centenar, pese a que Francia es el mayor productor de vino del mundo.

La Défense es hoy un ejemplo en París de urbanización sin vegetación, como notó Jean Cussaguet, que trabaja en una empresa de informática de la zona.

“Me parece muy bueno”, dijo Cussaguet sobre el nuevo viñedo, denominado “Clos de Chantecoq”, al igual que el cerrillo donde se erigió La Défense. “Lo que falta en La Défense son árboles”.  

Los viñedos de La Défense, al oeste de ParÃs

La tierra utilizada para este proyecto proviene de Borgoña, lo que asegura una calidad superior que la tierra situada bajo los rascacielos del lugar, explicó Daniel Kiszel, gerente de la empresa que administra el viñedo.

Sin embargo, Kiszel dijo que un obstáculo importante es la falta de profundidad para que se desarrollen las raíces de las vides: 80 centímetros en total, pese a que una vid de 25 años puede alcanzar 10 metros bajo tierra.

La apuesta es que las raíces hagan su camino horizontalmente entre las capas de cemento de la explanada de La Défense, nutridas por la tierra que se instaló de forma artificial.

Pero según Kiszel, una ventaja del lugar es paradójicamente sus edificios modernos revestidos en vidrio, que permiten reflejar la luz del sol “para tener un vino más concentrado” y “hacer una cosecha adelantada en la temporada”.

Otra ventaja podría ser la corriente de viento que llega con el río Sena y a través de los edificios, que ayuda a secar la humedad característica de estas latitudes.

Todo eso alienta la esperanza de que el vino producido sea de buena calidad y Bled anunció que el dinero producido por su venta se destinará a obras de beneficencia.

Sin embargo, Rogelio Dipold, un turista brasileño que pasaba por el lugar, estimó que el proyecto es parte de la obsesión de los franceses por el vino y dijo que preferiría probar el resultado antes de comprar una botella.

“El vino me recuerda los sitios lejos de la ciudad”, explicó. “No creo que me vaya a tomar un vino tan urbano”.

Fuente: BBC

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