Jordi Giró estaba muy feliz con la casa veraniega que había comprado en una subasta en la Costa Brava, España, hasta que entró por primera vez a la propiedad y descubrió un cadáver momificado en el sillón de la sala. El cadáver resultó ser el de Maria Luisa Zamora y, según el forense, no se había movido del sillón desde 2001. Precisamente, por no haberse movido del sillón es que la señora Zamora había perdido la casa y Jordi Giró la había podido comprar a precio de ganga. A Maria Luisa Zamora el banco le había quitado la propiedad precisamente después de que no pagara la hipoteca. La muerte y otras sorpresas El caso tienen varios ángulos asombrosos empezando por la momificación natural de la señora Zamora. La momificación natural se produjo gracias al aire salino del balneario de Rosas que conservó el cuerpo. Igualmente digno de asombro es que durante seis años el cadáver haya quedado en el sillón y que nadie se haya preocupado por saber si María Luisa Zamora estaba bien. Aparentemente la mujer, de unos 50 años, no se trataba con los hijos o con el ex marido. Como Rosas es un balneario veraniego y tiene pocos residentes fijos, a los vecinos no les extrañó que la mujer no apareciera y que nadie se ocupara del jardín. Estrechos amigos no parecía tener. Para los que a esta altura del relato se sospechen una novela de horror policial, debo aclarar que los forenses han establecido que la señora Zamora falleció por causas naturales. Pero claro, el tema es debatido desde distintos angulos, y expertos de derecho civil en España, se preguntan si la subasta del departamento fue técnicamente legal o si los herederos pueden disputarle la propiedad al bueno de Jordi Giró que ya se debe haber dado cuenta que no hizo el negocio del siglo. Fuente: BBC