Cinco días después de huir de su secuestrador, que la mantuvo encerrada más de ocho años en un sótano en las afueras de Viena, Natascha Kampusch se ha dirigido hoy con una carta abierta a la opinión pública austríaca e internacional, conmocionada con su historia. El supuesto captor, Wolfgang Priklopil, secuestró a Natascha el 2 de marzo de 1998 y se suicidó el pasado miércoles, pocas horas después de la huida de su víctima. A continuación la carta dirigida a la opinión pública Austriaca e internacional. “¡Estimados periodistas, reporteros, estimada opinión pública!, Soy consciente de la poderosa impresión que les han debido provocar los acontecimientos de los últimos días. Puedo fácilmente imaginar cómo estarán conmocionados y alarmados mentalmente sobre que algo semejante pueda ser posible. Aparte, soy consciente de que muestran una curiosidad hacia mí y que quieren, por supuesto, saber más detalles sobre las condiciones en las cuales viví. Quiero asegurarles por adelantado que no quiero responder ni responderé a ninguna pregunta sobre intimidades o detalles personales. Castigaré personalmente cualquier tipo de intento de atravesar esa frontera, sea quién sea la persona que la trasgreda. Aquel que lo intente se puede ir preparando.He crecido como una joven chica con intereses en la educación y también con necesidades humanas. El ambiente en el que vivía: El recinto donde vivía estaba adecuadamente equipado. Era mío y no estaba destinado a ser mostrado al público. La vida diaria: Estaba regulada. La mayoría de las veces había un desayuno conjunto -ya que él casi nunca trabajaba- yo hacía las labores del hogar, lectura, televisión, hablábamos, cocinaba. Así fue durante años, todo con el temor a quedarme sola. Sobre la relación: No era mi amo y señor. Yo era igual de fuerte. Me mimaba y al mismo tiempo me pisoteaba. Pero no podía conmigo y eso él lo sabía. El secuestro lo organizó él solo, todo estaba preparado ya. Después acomodamos juntos el recinto y medía más de un metro sesenta de alto. Por cierto, que después de huir no he llorado. No había motivo de sentirme infeliz. A mi modo de ver, su muerte no era necesaria. No se habría hundido el mundo si le hubiesen castigado. Era parte de mi vida. Por eso, en cierto modo estoy afligida por su muerte. Naturalmente, es cierto que mi juventud ha sido diferente de la de muchos otros, pero en principio no tengo la sensación de que me haya faltado nada. Me he ahorrado un montón de cosas, por ejemplo no he empezado a fumar ni a beber y no he tenido amigos malos. Mensaje a los medios: Lo único que quiero de la prensa es que me deje en paz de las eternas calumnias, las interpretaciones equivocadas, los sabelotodos y la falta de respeto hacia mi persona. Actualmente me siento bien donde estoy, quizás un poco bajo tutela. Pero yo he decidido contactar con mi familia sólo por teléfono. Yo decidiré por cuenta propia cuando contactaré a los periodistas. Sobre mi fuga: cuando tenía que limpiar y pasar la aspiradora al automóvil, él se alejó mientras la aspiradora hacía ruido. Esa fue mi oportunidad: Dejé simplemente en marcha la aspiradora. Por cierto, nunca lo llamé “amo y señor”, aunque él así lo quería. Si bien creo que él lo quería -que lo llamara así- pero no lo pretendía realmente en serio. Tengo un abogado de confianza que arregla conmigo todo lo jurídico. Tengo buena relación con la abogada especializada en juventud. (Monika) Pinterits, que es persona de mi confianza, y con el Doctor Friedrich (Max, jefe de la clínica universitaria para neuropsiquiatría de menores del Hospital Clínico de Viena) y al Doctor Berger (de la clínica de psiquiatría de menores). El equipo del Señor (Johann) Frühstück (jefe de las investigaciones) me trató muy bien. Les envío mis cariñosos saludos, aunque fueron un poco curiosos, pero esa es su profesión. Cuestiones íntimas: todos quieren siempre hacer preguntas íntimas, que no incumben a nadie. Quizás alguna vez lo cuente a una terapeuta o a otra persona, si tengo necesidad de hacerlo, pero quizás no la sienta nunca. La intimidad me pertenece sólo a mí. Al Señor H. (amigo de Priklopil, quien lo transportó en su vehículo poco antes de que se suicidara) -este es mi mensaje- no debe sentirse culpable. Él no podía hacer nada, fue la decisión propia de Wolfgang (Priklopil) de tirarse a las vías del tren. Me une un sentimiento de empatía con la madre de Wolfgang. Me puedo imaginar su situación actual y sus sentimientos. Nosotras dos pensamos en él. Pero también deseo agradecer a todas las personas que tanto me acompañan en mi destino. Por favor, concédanme un respiro en los próximos días. El doctor Friedrich lo explicará con esta nota. Muchas personas se ocupan de mí. Dadme tiempo hasta que yo misma pueda contarlo. Natascha Kampusch