Camine usted por las calles de cualquier ciudad estadounidense, lea la prensa o encienda la televisión. Nada le dirá que el Mundial está por comenzar.

No hay famosos jugadores haciendo publicidad en TV. Ni las grandes cadenas de televisión cuentan los minutos que quedan para la primera patada del primer partido.

Y eso que el equipo local participa, y hasta puede llegar a tener una buena participación.

Eso es cierto en una visión general. Si vamos a los medios de comunicación dirigidos al público hispano, desde hace varios meses vienen promocionando los partidos.

Además la dinámica varía según regiones. En los sureños estados de Texas o California, con grandes comunidades mexicanas, la selección nacional es la mexicana, claro está.

Se mete uno en las calles de la Pequeña Italia en Manhattan y se ven los afiches de la scuadra azzurra en cafés, restaurantes y cuanto negocio ítalo-americano haya.

Me dicen que es lo mismo en Boston, donde hay una importante comunidad brasileña.

Pero es un fenómeno de las minorías. Precisamente porque los grandes medios no cubren el Mundial, el negocio de los meses previos ha estado en vender paquetes de televisión por satélite o por cable para ver los juegos.

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Yo soy muy sensual.