Los herretes, que en Europa servían para evitar que se deshilacharan los cordones de zapatos, valían más que el oro para los antiguos indígenas americanos.Un equipo de arqueólogos descubrió esos artefactos hechos de latón durante una investigación de los enterramientos que se usaban cuando los españoles llegaron a Cuba.

La investigación fue llevada a cabo por científicos de la Universidad de Londres y el Ministerio de Ciencia y Tecnología en La Habana.

Sorpresa

Los científicos, que analizaban los metales en los antiguos enterramientos, esperaban encontrar oro en una región donde solía abundar ese metal.

Pero les sorprendió que en lugar del preciado material, el artefacto más común en los enterramientos eran los pequeños cabos hechos de latón.

Los herretes, unos pequeños tubos huecos de unos 3 centímetros de largo, se usaban comúnmente en los vestuarios europeos a partir del siglo XV.

Su función era evitar el deshilachamiento de los cordones y permitir la entrada fácil para amarrar las cintas por los ojetes.

Los científicos dicen que los pobladores de la región de Taíno, al noroeste de Cuba, usaban esos herretes para hacer collares y pendientes.

“Las crónicas de la época informan que para los indígenas cubanos, el oro puro, o caona, era el metal menos valioso”, dijo a BBC Ciencia el profesor Marcos Martinón-Torres, quien dirigió la investigación en la Universidad de Londres.

“Era mucho menos preciado que las aleaciones de cobre”, agrega.

Aunque el latón era abundante en la Europa medieval, no hay evidencia de la producción de este metal en América antes de la llegada de los europeos.

Se cree que el olor y la iridiscencia del metal hacían que el latón fuera particularmente atractivo para los taínos, para quienes tenía un valor sagrado.

“Para los nativos lo que importaba de un metal no era su composición química”, dice el investigador.

“Los criterios de los nativos eran más sensoriales, así que lo que valoraban de un metal era su color, su textura, su aroma, y de esos valores dependían los poderes sobrenaturales de ese metal”.

El científico agrega que “si combinamos esta atracción con el afán de los españoles de saquear todos los metales preciosos, tenemos el factor clave que explica la escasez de oro en la región”.

“También podemos explicar la relativa abundancia de latón que encontramos en el sitio”, señala el investigador.

Valores

Los arqueólogos analizaron artefactos sepulcrales en el cementerio de El Chorro de Maíta, en la provincia de Holguín, en el noreste del país.

La flota de Colón, que llegó a América en 1492, fue la primera presencia europea que llegó a Cuba.

Con mediciones de radiocarbono, los científicos descubrieron que el enterramiento data de unas pocas décadas después de la llegada de los españoles.

“Para los europeos hubiera sido imposible predecir el valor colosal que el metal que cargaban tendría entre la población indígena”, dice Marcos Martinón-Torres.

De la misma forma, agrega, los europeos no hubieran podido llenar sus barcos con cargas innecesariamente grandes de metales.

“Así que al llegar a América se encontraron con que virtualmente cualquier artefacto de metal era muy valioso para los taínos y los españoles cambiaron todo lo que tenían a mano, incluidos los comunes herretes”.

Y para los indígenas, esos objetos tenían la forma perfecta para convertirlos en ornamentos visibles, explica el arqueólogo.

“Lo que es interesante es que cómo un análisis tan científico y tan técnico, nos lleva a algo que es mucho más social, cultural e incluso religioso, como es el valor relativo de las cosas”.

“A través de análisis científicos descubrimos aspectos de la percepción de los materiales que existían en distintas culturas, y sabemos que con este intercambio entre oro y latón ambas partes quedaban muy satisfechas”, concluye Martinón-Torres.

La investigación será publicada en la próxima edición de la Revista de Arqueología Científica.

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