Cuando los murciélagos vuelan, el aire pasa entre las vellosidades que crecen en sus alas donde hay receptores táctiles. Si su ala no se curva de cierta manera durante el vuelo, la corriente del aire se vuelve turbulenta. Las vellosidades detectan la turbulencia, envían la información al cerebro y el murciélago corrige el curso para evitar choques. John Zook, de la Universidad de Ohio, realizó una prueba aplicando una crema depilatoria en las alas de los murciélagos. Los que estaban depilados podían volar en línea recta, pero cuando trataban de hacer giros perdían o aumentaban su altitud, cuando el vello volvió a desarrollarse, volaron normalmente.