El despegue del transbordador espacial Challenger, estaba programado inicialmente para el día 23 de enero, pero se fue aplazando el lanzamiento debido a condiciones climatológicas adversas. Finalmente, el 28 de enero de 1986, a las 11:39 hora local, la nave despegó desde el Centro Espacial Kennedy, en Florida. Este vuelo contaba con 7 expertos en diversas ramas dentro de la tripulación: Dick Scobee era un comandante graduado en ingeniería espacial había participado en la guerra de Vietnam y contaba con 46 años. Mike Smith, de 40 años, casado y padre de familia, era un experto piloto de la Marina norteamericana. Fue el quien pronunció las últimas palabras escuchadas en la base espacial desde el transbordador. Judith Resnik, 36 años tenía estudios de ingeniería electrónica y en 1984 se había convertido en la primera mujer en viajar al espacio. Ellison Onizuka, de 39 años y padre de familia, era mayor en la fuerza aérea norteamericana. Ronald McNair, de 35 años, casado y padre de familia tenía un doctorado del Instituto Técnico de Massachusetts. Gregory Harvis era también un hombre casado y con familia, ingeniero de la compañía norteamericana Hughes Aircraft Co., que hacía experimentos sobre la mecánica de fluidos. Tenía 41 años. Christa McAullife, maestra de inglés e historia norteamericana en la escuela de Concord, era casada y madre de familia; contaba con 37 años y había sido elegida entre 11,000 maestros que aspiraban a ser el primer profesor y civil en viajar al espacio. Al terminar la cuenta regresiva, todo acontecía normalmente y nave despegó, libró sin ningún problema la plataforma de lanzamiento y así daba inicio la misión espacial número 25 del transbordador. Tras el lanzamiento, la base ordenó a Mike Smith que alcanzaran su aceleración máxima, Smith respondió afirmativamente; seguido a esto se produjo una bola de fuego. La desintegración de la nave a los 74 segundos del despegue, ocurrió a una altitud algo superior a 16 kilómetros y a una velocidad de aproximada de 3,200 kilómetros por hora, poco después el transbordador se deshizo mediante fuerzas aerodinámicas, y el combustible se encendió causando una bola de fuego. Aunque hay evidencia que la tripulación pudo haber sobrevivido el choque inicial, la presion de aire dentro de la cabina se perdió, y se supone que ellos murieron por falta de oxígeno antes de caer en el Océano Atlántico. Los astronautas no tuvieron manera de escapar; otras naves como las Apolo, Gemini y Mercury, tuvieron asientos eyectables, pero este sistema se eliminó del Challenger cuando el programa pasó de la etapa experimental y aumentó el tamaño de las tripulaciones. Inmediatamente a la catástrofe, la NASA envió aviones y barcos de reconocimiento a la zona del Atlántico sobre la que durante 55 minutos cayeron los restos de la nave que había tenido un costo de 1,100 millones de dólares. No hubo sobrevivientes, en aquel momento, fue la tragedia más grave en los 25 años de exploración de los Estados Unidos en el cosmos.